Llegamos a Llames de Parres, el corazón de esta ruta.

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Allí Ángel, parragués de nacimiento y vecino de Llames, nos cuenta sin parar historias que nos hacen preguntas: ¿Por qué mi pueblo se llama como se llama? ¿El Ayuntamiento siempre estuvo donde está ahora? ¿Y dónde compraban mi bisabuela y sus vecinas el azúcar, las guindas y el café? Las respuestas se encuentran medio escondidas en este mapa interactivo.

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La Cuesta – Bode, paisaje esencial para el bautismo de este pueblo, esconde en su manto verde otras historias. Hubo un tiempo, allá por 1940, que tuvo que teñirse de negro tizón. A causa de la guerra, el mundo entero andaba buscando carbón. Así se vinculó Llames con la minería y la explotación de carbón. Si quieres saber un poco más de esta historia, pincha en la Cuesta – Bode y descubre una de las huellas que quedó de estas explotaciones: una tubería.

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Ángel nos devuelve a su niñez y nos cuenta, además de historias propias de su pueblo, las historias de quienes lo habitaban (y todavía habitan) Habla de sí mismo cuando era niño, y cuando se es niño lo más importante es casi siempre, y afortunadamente, jugar. También entonces…

Y de la infancia de antes, camino de la reina mediante, nos encontramos con la de ahora. Concretamente con María. A sus nueve años, María está llena de historias que contar. Algunas las recibe de las voces del pasado y de la historia de su pueblo y nos la traslada a través de su voz y sus dibujos.

Llames está en la mitad del camino que dibuja nuestra ruta. Funcionando de pulmón, y dando aliento a este proyecto con cientos de historias ocultas en sus caminos, en sus árboles y sobre todo en la memoria de sus vecinos y vecinas que con generosidad y alegría las transmiten y comparten para que ahora las disfrutemos.

Una de las tradiciones compartidas es, como veréis en otros puntos de esta ruta, el enrame de las fuentes en la noche de San Juan. Así lucía la Fuente Cima en Llames de Parres este 24 de Junio.

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