El enrame de las fuentes.

El solsticio de verano, la noche más corta del año.

Bien conocidas son las tradiciones que envuelven la noche de San Juan: hogueras, conjuras y ritos para purificar alma y espíritu. De entre todas las celebraciones, el enrame de las fuentes y las ofrendas al agua es para muchos vecinos y vecinas del concejo de Parres un motivo de reunión para revivir la herencia cultural que dejaron a sus antepasados.

El ritual comienza con la limpieza de fuentes y manantiales. Personas de todas las edades colaboran en esta misión, acometida generalmente por los hombres y jóvenes del lugar.

Las mujeres seleccionan entre sus huertas y jardines las flores más bonitas: calas, hortensias, margaritas, capuchinas, claveles, rosas o geranios.

Acabadas las tareas anteriores, todos juntos elaboran ramos de colores y alfombras florales hechas de pétalos. Verdaderas obras de arte.

Con mucha imaginación, intentando ser original cada año se recrean con figuras, rutinas cotidianas de antaño que acontecían al rededor de las fuentes, lavaderos y manantiales.

La comunidad colabora. El objetivo se logra y se ve recompensado. La belleza de las flores y el agua hacen de estos lugares algo mágico.

Participar, doy fe de ello, es una experiencia única y emocionante. La ilusión de la gente en este día es contagiosa. Los mayores recuerdan anécdotas vividas en otros años y se comparten momentos de alegría.

Antiguos ritos y leyendas celtas (reflejadas en la mitología asturiana) avalan esta tradición. Sabiduría popular, tesoros de la humanidad que no podemos permitirnos perder.

Mi agradecimiento más sincero a mis vecinos y vecinas de La Chorra, Carúa y La Cabañina. Especialmente a Aurora, Elena, Esther, Mabel, Tere y Finos. Mujeres fuertes y valientes a las que admiro y me han hecho sentir siempre como en casa.

Firmado: Una parraguesa de adopción.

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